San Cristóbal de las Casas, Chis. — Un grupo de mujeres pastoras tsotsiles de los Altos de Chiapas lucha por mantener vivas sus costumbres frente a la gentrificación que avanza en esta ciudad de apenas 180 mil habitantes, fenómeno que no sólo afecta a grandes urbes, advierte Gabriela Domínguez, directora del documental Formas de atravesar un territorio.c
“El crecimiento urbano está acabando con las montañas por la minería y para levantar infraestructura. Es importante que las ciudades se desarrollen, pero lo que no está ocurriendo es la planeación y la sostenibilidad de un territorio en el que no sólo viven los habitantes de la ciudad”, explicó Domínguez en entrevista.
El filme, estrenado en 2024, retrata la vida de estas pastoras que, además de alimentar a sus rebaños, estudian, trabajan en la ciudad, crían a sus hijas e intentan integrarse en una sociedad moderna que se aleja de sus raíces.
Domínguez, también originaria de San Cristóbal, recuerda a las pastoras de su infancia y lamenta que su presencia en la ciudad sea cada vez menor. “Antes la ciudad era más pequeña y con más espacios verdes. Recuerdo salir del centro y ver a estas mujeres con sus rebaños, pero esos lugares se han ido reduciendo”, relató.
Aunque todavía disfruta de la cercanía con la naturaleza —“una montaña con pinos a 20 minutos de mi casa”—, subraya que la diversidad del territorio está en riesgo, tanto en sus paisajes como en sus costumbres. “Es un territorio con muchas creencias y formas de vida, pero también diverso en paisaje. La pregunta es cómo podemos encontrarnos en esta transformación y cohabitar respetando el territorio y las formas de vida”, señaló.
Discriminación y resistencia
El documental también aborda la discriminación que enfrentan los pueblos originarios en México, país con una de las mayores diversidades indígenas del mundo y donde el 15% de la población pertenece a estas comunidades, según datos del Inegi.
“La discriminación directa o indirecta que se vive en la ciudad es por gente como yo, que crecimos ahí. Lo sorprendente es que a estas alturas de la vida muchas personas todavía discriminan por costumbre”, reconoció la directora.
Pese a estas barreras, las nuevas generaciones de mujeres pastoras han encontrado formas de adaptarse sin perder sus raíces: algunas cambian la lana por trabajo en hoteles turísticos, pero mantienen el idioma, la vestimenta y el orgullo por su origen.
“Viven en los dos mundos, pero sin dejar de tener el ombligo conectado a la montaña. Esa herencia la tienen clara. Están orgullosas de ser quienes son”, concluyó Domínguez.
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