Tráfico ilegal de fauna silvestre en Chiapas expone a la biodiversidad a riesgo

Una ruta clandestina dedicada al tráfico de animales silvestres opera con creciente sofisticación en la región de la Costa de Chiapas, convirtiendo la naturaleza en mercancía y poniendo en peligro ecosistemas enteros.

Activistas especializados denuncian que se ha consolidado una red de extracción, transporte y comercialización de fauna silvestre que involucra desde primates hasta aves exóticas, con vínculos cada vez más evidentes con el crimen organizado. Entre las especies más afectadas se encuentran el mono araña, el loro nuca amarilla y los llamados “dragoncitos” del Tacaná, extraídas de sus hábitats naturales para abastecer tanto el mercado de mascotas como circuitos internacionales de tráfico.

Una de las rutas documentadas parte de la Costa de Chiapas, pasa por San Cristóbal de las Casas como centro de acopio, y se dirige hacia el centro del país o incluso al extranjero en envíos clandestinos. En ese trayecto, los animales son transportados con cero garantías de bienestar: se ha documentado que por cada individuo que llega vivo al mercado depredador, al menos diez mueren en el proceso de captura o traslado.

Los traficantes utilizan redes sociales, mensajería privada e incluso tiendas locales para ofrecer animales protegidos sin control alguno. Alimentando esta demanda se encuentra una moda preocupante: algunos usuarios exhiben monos como mascotas “humanizadas” en plataformas digitales, lo que estimula la captura indiscriminada.

El impacto de este comercio no se limita a la pérdida de ejemplares individuales. Al sustraer especies clave, se alteran funciones ecológicas esenciales como la dispersión de semillas y el control de plagas, lo que debilita la resiliencia de los ecosistemas tropicales y acelera la pérdida de biodiversidad.

El contexto adquiere dimensiones de seguridad nacional debido a que los ingresos del tráfico de fauna se suman a los de drogas, armas y personas; los grupos involucrados lo consideran rentable y altamente opaco. En este escenario, las autoridades ambientales enfrentan el desafío de intervenir con urgencia y mayor eficacia: se requiere una delegación permanente, patrullaje en áreas sensibles, capacidad de interdicción digital y colaboración internacional para desarticular las redes criminales.

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